Con todo nuestro respeto a los
agricultores y cazadores, a los cuales apoyamos y defendemos. En esta ocasión,
como asociación defensora de herbívoros
y concretamente defensora de los arruís, animal en peligro de extinción según
la UICN, tenemos que decir lo siguiente.
Con la reforma de la Ley de Caza,
propuestas atractivas que les concedió el entonces Secretario Autonómico Medio
Ambiente y ahora Director General de Medio Natural , máximo responsable de la
gestión cinegéticas en la CV, se
prometió según la prensa que con la reforma, los cazadores solucionarían
los millones de pérdidas por daños de fauna en la agricultura. Algo estará
fallando para que esto siga sucediendo?.
A nuestro entender, los
agricultores exageran y mucho, aunque llevan razón en que tienen daños, estos
no son tan elevados. Pero hay que ir al fondo de la cuestión.
¿Por qué siguen teniendo sus
propiedades cedidas a cotos de caza que no les indemnizan los daños, ni cazan
únicamente en las parcelas dañadas, si además no les ayudan a proteger sus
cultivos con pastores eléctricos?
¿Por qué no peritan los daños
reales y piden que se les compensen, de acuerdo a lo que dice la Ley, en lugar
de ir exagerando los daños en la prensa
de vez en cuando, sabiendo que esto no soluciona el problema?.
Recordemos las quejas por daños en las uvas de
Monovar y luego se demostró que eran robos realizados por bandas organizadas y
no por inocentes animales que no suelen ir con furgonetas a cargar cajas.
Recordemos también el lamentable accidente mortal que se produjo en lo alto del
Cid, en el mes de abril, cuando un
cazador cazaba arruís para defender cultivos al otro lado de la autovía. Cazar
a 20 km de los daños, teniendo varias carreteras, la autovía y dos vías de
ferroviarias entre el alto de la sierra del Cid y los famosos viñedos de uva de
mesa de Monovar no es la mejor forma de prevenir daños.
En cuanto a los cotos, ya lo
hemos dicho en varias ocasiones. No tienen bebederos ni comederos en el monte
para evitar que los animales se vean obligados a bajar a los cultivos en busca
de alimento y agua. Los pocos que hay son usados sistemáticamente como puestos
de esperas. Con estas prácticas, los animales
ya saben que para cenar es mejor bajar a un cultivo que acercarse a un
cebadero, donde le espera la bala de un
rifle con mira telescópica o la flecha de un arco.
Con esta gestión, la caza mayor
va evolucionando y no se previenen daños. Las especies ya saben que en los cebaderos hay siempre un rifle y por eso
tardan en entrar y muchos no entran nunca, porque saben que tienen una muerte
segura.
Ante todo esto, la caza mayor se
refugian en los más espeso y alejado del bosque, pero tampoco aquí están tranquilos y seguros,
porque no se respetan esas zonas. Normalmente el cliente de caza mayor quiere
almorzar en el bar con la pieza en el maletero. Para lograrlo en tan poco
tiempo, tienen que ir a lo seguro. Pocos se quedan esperando en los cultivos a
que bajen los animales para matarlos,
porque muchas veces no baja la pieza deseada y la garantía de éxito no
está asegurada.
Como cualquier ser vivo, lo que más aprecian
es su propia vida, en consecuencia, siempre huirán de una muerte segura, como
son los cebaderos ilegales y ocultos en el interior del monte. En estas zonas
de refugio se matan y ahuyenta los
animales que no causan daños.
Por tanto,
a la caza mayor no les queda más remedio que moverse constantemente por
todo el territorio, porque las posibilidades de encontrar una bala son menores. Esta gestión aumenta los accidentes
en carreteras y también los daños en los cultivos.
En cuanto a la Consejería,
se limita a conceder permisos sistemáticamente los 365 días y las 365 noches
del año, sin comprobar
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