Estimados Sres, de Anatur y Sr. Javier de
Benito Hernández. Desde (ADHIF) Como asociación defensora de herbívoros contra
incendios forestales, fundada en 2007, compartimos parte de su ideario,
especialmente en la defensa del mundo rural. Este mundo rural tan mencionado,
pero a la vez tan abandonado por todas las AA.PP. Tanto es así que hemos
llegado a la España vaciada, la Laponia española y tantos otros nombres para
recordar lo que está pasando para que siga agonizando hasta el cierre
definitivo. Entonces ya no habrá que tramitar pequeños expedientes. Todo serán
macro-explotaciones agropecuarias con enormes subvenciones que recibirán solo
unos pocos. A cambio, tendremos peores productos, habremos dañado nuestra
biodiversidad, contaminado nuestras aguas subterráneas, o agotados los acuíferos
y comeremos peores productos.
La caza, actividad cinegética que forma parte de ese mundo rural y con la
que no estamos en contra, siempre y cuando sea caza responsable y sostenible.
Lo mismo ocurre con la ganadería extensiva, el minifundio
agrícola que está dejando de recibir ayudas, con las graves consecuencias que
esto supone para el mantenimiento de nuestra rica y variada biodiversidad, de
la que tanto presumimos y con razón, en nuestra querida España. En dos
generaciones hemos abandonado los campos, los montes, los pequeños pueblos, cortijos,
aldeas, haciendas y masías. Con la caída de esas casas, también hemos perdido
la sabiduría popular, los usos y costumbre que en dos generaciones han
desaparecido y que no hemos trasmitido a las siguientes generaciones. Todo un
logro social, producido por una ingeniería política que lo calculó a la
perfección y que ahora, cuando ya no hay remedio, todos buscamos un culpable.
Pero dicho esto, como asociación que
defiende los herbívoros domésticos y salvajes y que defiende, entre otras
actividades rurales, también la caza, siempre que esta sea legal, bien
gestionada y sostenible. Nos sorprende que con las graves amenazas que se
ciernen sobre el mundo rural y, sobre todo en este momento trágico por el que
estamos pasando todos los españoles, con motivo de esta pandemia del COVID-19,
se pidan cazar cuando todos estamos encerrados en nuestras casas, en un acto
responsable en aras del bien común. Realmente lamentamos expresarlo así, sus
argumentos no se sostienen, parecen burlas, irónicas o con intención de
ridiculizar a alguien. Muriendo miles de españoles, pedir cazar, no siendo por
necesidad imperiosa de comer, como lo fue en siglos pasados, es una temeridad y
nos sentimos profundamente avergonzados pues entendemos que, lo que realmente
exigen a las administraciones públicas, dicho partido político minoritario, es
saciar su ansia de sangre y matar por matar, no importándoles la salud de las
gentes del mundo rural, de los rehaleros y demás personas que se necesitan para
organizar una cacería y llevarla a cabo.
esto que Uds. piden a todos los gobiernos,
tanto central como autonómicos, nosotros nos limitaremos en nuestros
comentarios a lo que conocemos de la Comunidad Valenciana que es nuestro ámbito
de actuación. Aunque es extensible a toda España, porque los problemas son
similares. Daños provocados por la fauna salvaje en cultivos o accidentes de
carretera.
Porque
los ingresos por caza en el mundo rural son un complemento para unos pocos,
pero con la actual gestión no resuelven el problema.
Los animales que se matan, ciervos,
arruís, muflones, cabras monteses, conejos o corzos, en su gran mayoría se
dejan los cuerpos en el monte, porque no hay cadena alimentaria que procese
legalmente esa carne para que pueda comercializarse y ser rentable. Tampoco valen
las pieles como en otros tiempos. Y trofeos, estos se cuentan escasos, porque
las autorizaciones permiten cazar en todos tiempos y a todas las edades y sexos
y si no respetamos luego no podemos tener nada. En el campo es de sobra
conocido este refrán verdadero. Si no se siembra no se recoge. Es decir, en la
CV no se hace gestión, ni se cazan selectivos como se hace en otras CC.AA.
Gestión que permite obtener trofeos que son los que pueden tener un cierto
valor. Resultado, no hay ingresos suficientes que permitan permanecer cazando y
residiendo en el pueblo y formar una familia
Pero sinceramente, creemos que sus temores no son
tales. En otras CC.AA. no tenemos datos, pero en la CV, hasta ahora y será difícil
que esto cambie, quien caza en un coto tiene que hacerlo con autorización del presidente. Los gobiernos dictan normas,
hacen reformas en las leyes y conceden las autorizaciones, en el caso nuestro
todas las que se piden. Aquí hay barra libre para cazar a todo y todo el año.
Pero las Consejerías, en este caso por lo menos, no se atribuyen la potestad de
cazar, salvo en casos de epizootias o en reservas de caza, pero nunca en un coto de caza privado. Luego
ese temor es infundado.
Nosotros apoyamos a los
animalistas porque en algo tienen razón. Las sociedades avanzan y la nuestra es
una de ellas. El sufrimiento de los animales, --ya lo dicen las leyes de caza,
debemos evitarlo en la medida de lo posible. Esto va mejorando, pero queda
mucho camino por recorrer y en eso nosotros, no estando en contra de la caza,
no podemos compartir el uso de venenos, lazos trampas y todo tipo de métodos
ilegales que se siguen usando. Entrando ya en la acción de cazar, todavía vemos
acciones poco
éticas que incluso muchos
de Uds. no comparten. Y una realidad que
tampoco tiene remedio, el número de cazadores disminuye año tras año. Es cierto
que cada vez somos más responsables y respetuosos con el medio natural, pero
nos queda una asignatura pendiente.
Unos pocos por acción
directa de cazar sin respetar las normas elementales de caza, causan mucho
sufrimiento a los animales. Mientras el resto que somos la mayoría, por omisión
al no denunciar esas atrocidades antes las autoridades, estas quedan impunes,
porque solo nosotros las conocemos.
La autocrítica no viene mal si queremos
remontar. De lo contrario, como parte del mundo rural seguiremos en caída
libre.
En esto de los elevados
daños difícilmente subsanables, entenderán que no podemos estar de acuerdo ya
que bien es conocido en el mundo rural que muchas de dichas denuncias por daños
a la agricultura no son ciertas, denuncias falsas puestas por agricultores que
también son cazadores, así consiguen permisos de caza extra y que muchas de
esas denuncias falsas son puestas solamente para recibir las ayudas de la
PAC.
Luego la solución no es
cazar más días al año ni con más comodidad o mejor rifle. El alimento, el agua
y la sal atrae a todos lo ungulados hasta donde el cazador quiera. Otros al contrario
prefieren las zonas ocultas y las zonas de reserva de los cotos para cebar a
los animales. En ambos casos, se caza a placer con miras telescópicas de alta
definición. Muchos de nosotros, también cazadores, entendemos, que esto no es
cazar. Esto tiene otro nombre. Si se pretende rebajar las poblaciones, evitar daños
en cultivos o accidentes de carretera se debe cazar en los cultivos o sus
proximidades, pero sin tener cebaderos a pie de cultivo, entre otras razones porque
es ilegal, cebar a los animales a pie de coche y cultivo y luego pedir permisos
porque hay daños.
La caza es una fuente de
ingresos en los pueblos, pero limitada y que no pudo frenar el éxodo a la
ciudad. Por unos meses no pasa nada. Además, estamos en primavera y en plena
reproducción de los ungulados. Época en la que se deben respetar las especies
proporcionándoles tranquilidad.
Lo que se produce en la CV y posiblemente en
otras partes de España, con las
permanentes esperas, batidas y monterías es un acoso continuado de las
especies, ciervo, corzo, arruí, muflón, cabra montés, porque con las escusa de
las esperas al jabalí, “lo que se buscan son los cuernos en lugar de los
colmillos” las poblaciones están sometidas a un perpetuo desplazamiento y como consecuencia,
aumento de accidentes y de daños en cultivos. Los herbívoros salvajes que
nosotros defendemos, (por su enorme contribución al mantenimiento de los
pastizales evitando así incendios forestales, mejora de la biodiversidad) y
también el jabalí, van aprendiendo y ya distinguen que un cebadero equivale a riesgo y disparo, razón por la cual cada vez
mejoran los cebaderos con otras
sustancias porque los machos ya no entran y sin embargo los podemos ver en las
proximidades de las ciudades. Ellos saben que en el jardín de un pueblo no les
disparan y en el cebadero sí. Y como toda especie, su único objetivo en comer,
sobrevivir y reproducirse. Y como toda madre su principal preocupación es
alimentar a sus crías y proporcionarles la máxima seguridad.
En cuanto a los daños,
los vemos cuantificados en la prensa, podemos asegurar que son falsos. Hay
daños, sí, pero pocos y en su mayor parte causados por la mala gestión de la
actividad cinegética. Además, en la
mayoría de los casos, el interés del cazador no coincide con el interés de
agricultor, y en lo que sí que coinciden es en el resultado final, la muerte
del animal. El cazador quiere que haya
caza y el agricultor no. En otro tiempo
si el agricultor tenía daños, dormía en el bancal, porque el pan de sus hijos
dependía de sus cosechas. Hoy, con las ayudas de la PAC, en muchos casos los
daños en agricultura son la excusa perfecta para cobrar del seguro, pedir
permisos y poder salir todo el año con el rifle al monte… Hoy, todos vivimos con un problema difícil de
solucionar, la falta de tiempo. Por eso lo que se
hace es salir a cazar y
volver pronto. Cazar ya no es aquella actividad que se desarrollaba durante
largas jornadas. Hoy se caza a la carta, valiéndonos de buenas escopetas y
rifles, buena munición, buenos prismáticos nocturnos, cámara de fotos en el
cebadero para saber la hora a la que acude el animal, atrayentes específicos
para cada especie en la mayoría de los casos ilegales, permisos todo el año,
porque como tenemos poco tiempo y sin esos permisos prolongados en el tiempo
nos veríamos limitados a no poder salir…
Esta nueva realidad de
la caza o acción de cazar, no se puede ocultar diciendo que si no se caza unos
meses las perdidas serán irrecuperables o que se aumentará la despoblación. Lo
primero no es cierto y lo segundo, los pueblos y aldeas se están quedando sin
gente, porque no se puede vivir en un lugar, donde lo que compras sube de
precio y lo que produces baja y baja y no porque esté la caza suspendida unos
meses.
Se pensó que la PAC era
la solución, pero eso fue transitorio. Ya no hay solución. Nadie puede vivir en
un pequeño pueblo, porque las ayudas no son inversamente proporcionales a las
unidades de producción. Es decir. Si tengo 10 almendros, 10 ovejas o 10
colmenas debería recibir más cantidad por unidad que si tengo 100 almendros,
100 ovejas o 100 colmenas. Si esto no cambia, las ayudas de la PAC y otras
parecidas que también existen, cada año se reparten más millones entre menos
explotaciones o beneficiaros y así año tras año. El Ministerio y la CC.AA. tienen las
estadísticas y saben los que se dan de baja cada año en el mundo rural. Solo
hay que ver los campos abandonados o ganados en extensivo que ya no quedan. El
declive es exponencial. Esta es la realidad del mundo rural y no se arregla
dejando cazar unos meses más o menos y permitiendo cazar en parques naturales.
Ya se caza todo el año y no hay buenos resultados. En un pueblo sin escuela, sin médico, sin
banco y sin garantías de ingresos, ¿qué pareja de jóvenes puede pensar en
repoblar de niños las calles de esos pueblos? .
Por ir terminado, los
daños en agricultura por caza menor también son importantes y las causas son
las mismas, disminución del número de cazadores, menos tiempo para salir a
cazar, por no decir que muchos cazadores no se llevan la caza a casa y está no
es ni aprovechada.
Para finalizar, la fotografía de la señal
de coto está para renovar, como lo está el mundo rural. Eso sí, los ministerios
y las consejerías si se han ocupado de que el membrete sea ecológico y rural.
Pero en papel queda.